Estado de una cuestión:
la compleja aproximación al abuso sexual de menores,
a su penalización estatal y a su sanción canónica.
Un acercamiento inicial e integral a este hecho individual y social
(8A/17)
Contenido
A. La descripción anatómica
Capítulo
V
La
sexualidad humana: algunas notas sobre la anatomía, la fisiología, la
endocrinología y la patología
IV.
La sexualidad humana: descripción breve de la
anatomía y de la fisiología de los aparatos reproductores masculino y femenino
Porque la sexualidad predicada de todos – y que en nuestros tiempos ha sido establecida como uno de los “derechos humanos”: se habla – muy indiscriminadamente – del “derecho a la salud sexual y reproductiva”[120] – nos obliga no sólo a conocerla debidamente – siempre, “con nosotros y sin nosotros”, estas condiciones bio-psico-fisiológicas nos acompañarán y nos determinarán, en lo que les corresponde –, sino también a reconocer que su descubrimiento, su asunción personalísima y especialmente su realización en la perspectiva de un “desarrollo de la personalidad” nos competen extremadamente, pero que dependen enormemente de nuestras experiencias propias, tempranas y no tan tempranas, de la cultura que nos ha rodeado, con sus realidades e ideales honestos y no tanto, de las condiciones materiales y sociales en las que nacimos y crecimos, de la instrucción que pudimos recibir o no, de la educación – entendida como proceso de autoformación – en la que aprendimos o no a interrelacionarnos con el medioambiente natural y social, e incluso, las nociones básicas relacionadas con la higiene de nuestros órganos genitales[121]… A preguntarnos y a examinar estos elementos dedicaremos los siguientes párrafos.
Es imposible en esta sede hacer una completa descripción y análisis de la sexualidad humana en todos sus pormenores médicos, psicológicos, bioquímicos, etc., y, mucho menos, compararla con la de otros mamíferos[122]. Es muy seguro que la recuerden los médicos y demás tenientes de esta información, y, que muchos otros, probablemente, la puedan tener en cuenta en algún momento crítico. Es necesario, en cambio, aportar al menos sus elementos fundamentales y fácticos desde un punto de vista “macro” (amplio) a fin de no caer en meras divagaciones. Para ello emplearemos alguna bibliografía que nos proporcione dichos elementos[123].
A. La
descripción anatómica
Para
emprender nuestro camino por los complejos y arduos caminos de nuestra propia
sexualidad debemos comenzar destacando la necesidad humana de acudir a la
evidencia empírica, sea sensorial, sea experimental, no sólo en el sentido de
que, con ella, se confirman hipótesis científicas (observables, públicas, no
controvertidas, dirigidas a buscar un consenso), sino de que ella nos va
conduciendo a través de procesos racionales, explicativos, probabilísticos y
deductivos, que justifican nuestras creencias (“de la quema, el humo”).
Dejándonos
guiar por la investigadora Elvia Esther Vargas Trujillo y sus compañeras[124]
podemos afirmar que,
“en la primera
fase de la etapa prenatal, todos los embriones son anatómicamente iguales:
tienen unas gónadas primitivas con el potencial para convertirse en ovarios o
testículos y dos sistemas de conductos a partir de los cuales se desarrollarán
los órganos sexuales masculinos (conductos de Wolff) o femeninos (conductos de
Müller). La transformación de las gónadas primitivas en testículos (cuando se
trata de un embrión genéticamente XY) ocurre entre las semanas 15 y 17 de
gestación como resultado de la acción de la porción del gen Y responsable de la
determinación sexual. A partir de este momento los testículos recién
desarrollados comienzan a secretar testosterona, el andrógeno fetal encargado
de promover el desarrollo de los órganos sexuales internos masculinos a partir
del sistema de conductos de Wolff. Esta hormona también es responsable del
desarrollo de los genitales externos masculinos (sexo genital). Cuando se trata
de un embrión con cromosomas XX, las gónadas primitivas se desarrollarán como
ovarios. Lo mismo sucede cuando no existen niveles suficientes de testosterona,
lo cual significa que, si no existen altos niveles de hormonas masculinas
durante el período crítico del desarrollo embrionario, la naturaleza nos ha
programado para ser femeninos”.
Y
prosigue:
“En el período
prenatal también se forman algunos de los sistemas y estructuras que
posibilitan las reacciones sexuales: el sistema glandular, gracias al cual los
órganos sexuales alcanzan la madurez en la pubertad; el sistema nervioso y el
sistema muscular, que participan en la respuesta sexual; y los centros
cerebrales, encargados de enviar, recibir y codificar los mensajes sexuales.
Estos sistemas reaccionarán más tarde integrada y coordinadamente frente a los
estímulos sexuales. Algunos autores plantean que la diferenciación del sexo es
un proceso de siete estadios, cuya secuencia armónica determina la normalidad
sexual del individuo.”
Y
explica:
“Los cuatro
primeros estadios ocurren durante el desarrollo prenatal y comprenden la
definición del sexo genético (XX o XY), el sexo gonadal (ovarios o testículos),
el sexo genital interno (desarrollo de conductos müllerianos o wolffianos) y el
sexo genital externo (clítoris, vagina y labios, o glande, rafe y escroto). El
desarrollo de los genitales es el único criterio que se utiliza para asignarle
el sexo (sexo de asignación) al ser humano en el momento del nacimiento. Los
tres últimos estadios ocurren después del nacimiento, y comprenden el
desarrollo hormonal (producción de estrógenos y progestágenos en la mujer y de
andrógenos en el hombre), el desarrollo somático (aparición de caracteres
sexuales secundarios) y el desarrollo psicosocial (proceso de socialización
sexual e identificación sexual).”
Como se puede observar, mujeres y hombres poseen un desarrollo y una anatomía (morfología) que en muchos puntos es equivalente, si no idéntica. Pero en otros, y en particular en lo que toca a los aparatos reproductores y unitivos, son distintivos y mutuamente complementarios en orden a lograr la procreación honesta y amorosa de la especie humana y la comunión y la promoción interpersonal. De paso se observa también que tanto mujeres como hombres, cada uno en su peculiaridad, poseen una “fecundidad” (“períodos fecundos” y “períodos agenésicos”) ínsita en su organismo dotado con las características propias de su “ciclo” biológico[125]. Veamos más en detalle, igualmente de la mano de los expertos, estos aspectos relacionados con la sexualidad humana[126]:
Somera descripción |
Aparato reproductor femenino |
Aparato reproductor masculino |
Somera descripción |
“Los ovarios son los órganos
productores de los óvulos o células sexuales femeninas y son también
glándulas endocrinas productoras de estrógenos y progesterona,
las hormonas sexuales femeninas. Tienen consistencia dura y forma de
almendra, con un diámetro mayor de unos 3,5 cm y 1,5 cm de espesor. Su
superficie es lisa antes de la pubertad, pero, a partir de la maduración de
los óvulos y su salida cíclica del ovario (ovulación) va presentando una
superficie irregular. En la menopausia, con el cese de las ovulaciones,
tiende otra vez a volverse liso. Está situado en la pared lateral de la
cavidad pelviana, en la fosa ovárica, formada por el relieve del uréter, por
detrás y los vasos iliacos externos, por fuera y por delante, recubiertos por
el peritoneo parietal. En el fondo de la fosa, bajo el peritoneo, subyacen
los vasos y nervios obturadores. En la mujer nulípara su posición es casi
vertical, y en la multípara el eje mayor es más oblicuo hacia abajo y
adentro. El ovario está unido a la pared pelviana por el ligamento
lumboovárico o ligamento suspensorio del ovario, por el cual pasan los vasos
sanguíneos destinados a este órgano. El mesovario es la lámina del peritoneo
que lo une, por su borde anterior, al ligamento ancho del útero: un pliegue
peritoneal que une el útero con las paredes laterales de la cavidad pelviana.
Tanto el ligamento lumboovárico como el mesovario mantienen a ovario en su
posición. Otros dos ligamentos, el uteroovárico y el tuboovárico, lo
mantienen en proximidad con el útero y la trompa, respectivamente. El primero
es una cinta conjuntiva que une el polo inferior del ovario con el útero,
insertándose en la unión de éste con la trompa; el segundo (ligamento
tuboovárico), une la porción ampollar de la trompa con el polo superior del
ovario. El borde anterior del ovario está en contacto con la trompa, que se
dobla sobre el ovario, mientras el pabellón tubárico cae por su cara interna. |
Dos ovarios |
Dos testículos |
“Son dos órganos situados en el
exterior de la cavidad abdominal, el izquierdo un poco más bajo, debajo del
pene y alojados en las bolsas escrotales o escroto. El escroto tiene la
función de mantener los testículos a una temperatura ligeramente inferior a
la del cuerpo (5ºC por debajo de la temperatura central corporal). En su
origen, en la vida embrionaria, los testículos se encuentran en el interior
de la cavidad abdominal. Tienen forma ovalada, con un diámetro mayor de unos
4 cm, una anchura de 3 cm y un espesor de 2,5 cm, y cada uno de ellos pesa
alrededor de 20 g. La superficie del testículo es lisa y brillante, de color
blanco, formada por una cubierta fibrosa denominada albugínea, muy tensa, lo
que le confiere una consistencia dura. En su polo superior se aprecia una
pequeña formación correspondiente a un resto embrionario denominado “hidátide
sésil de Morgagni”. Hemos de recordar que el testículo ha descendido desde el
abdomen y, en ese trayecto hacia el exterior, ha arrastrado las diferentes
capas de la pared abdominal; por lo tanto, las envolturas testiculares serán
equivalentes a las capas musculares y aponeuróticas que constituyen la pared
abdominal. Entre ambos testículos, las diferentes capas (excepto la piel)
forman un tabique escrotal que llega hasta la raíz del pene. En la piel,
entre los dos testículos, hay un rafe o borde escrotal que se continúa hacia
el ano para formar el rafe perineal. Desde el testículo hasta la piel queda
un resto de gubernáculo embrionario que arrastró el testículo fuera de la
cavidad abdominal: es el ligamento escrotal. |
“Las trompas, tubas u oviductos son los
conductos que llevan los óvulos desde el ovario hasta el útero. Miden 10 a 12
cm y constan de cuatro porciones: pabellón, ampolla, istmo y porción
intramural. La porción intramural está íntimamente relacionada con la pared
del útero, en cuya cavidad se abre. Comienza en el orificio uterino de la
trompa, atraviesa la pared del útero y se continúa con el istmo. El tramo
intramural mide aproximadamente 1 cm. El istmo es la porción tubárica que
emerge de la pared uterina, entre dos ligamentos: el ligamento uteroovárico,
ya citado, y el ligamento redondo, un refuerzo que une el útero con las
regiones inguinal y pubiana. La porción ístmica mide unos 3-4 cm y lleva una
dirección horizontal hacia fuera, en busca del polo inferior del ovario. La
ampolla o porción ampollar bordea el ovario ascendiendo adosada a su borde
anterior. Es más ancha que el istmo y mide unos 5 cm de longitud. En el polo
superior del ovario se dobla hacia la cara interna de éste, ensanchándose
para formar el pabellón, extremo perforado por el orificio abdominal de la
trompa, por donde entra el óvulo expulsado por un folículo ovárico maduro. El
borde del pabellón está circundado por unas prolongaciones, las fimbrias o
franjas del pabellón, una de las cuales, más larga, se une al ovario. El
peritoneo, al cubrir la trompa, forma una parte del ligamento ancho
denominada mesosalpinx (de griego salpigx: tubo). El ligamento ancho
es un pliegue formado por la lámina peritoneal al caer por detrás y por
delante de la trompa, y el mesosalpinx es la aleta superior del ligamento
ancho. Entre las dos láminas del mesosalpinx hay un resto atrófico del cuerpo
de Wolf embrionario, el órgano de Rosenmuller, un conducto paralelo a la
trompa del que parten perpendicularmente otros conductos que se dirigen hacia
el ovario. Las trompas están en contacto por arriba, a través del peritoneo,
con asas intestinales. |
Dos trompas o tubos de Falopio |
Las vías espermáticas son: los tubos seminíferos del
testículo, los tubos rectos, la red de Haller y los
conductos eferentes, el epidídimo, el conducto deferente, las vesículas
seminales y los conductos eyaculadores. |
“Por su cara posterior, el testículo
está en contacto con el epidídimo, una estructura que forma parte de
las vías espermáticas y en la que se distinguen tres porciones: cabeza,
cuerpo y cola. La cabeza del epidídimo emerge del polo superior del
testículo, y el cuerpo y la cola descienden adosados a su cara posterior. El
testículo y el epidídimo están envueltos por una serie de capas que
constituyen la bolsa escrotal. El epidídimo mide unos 5 – 6 cm. El conducto deferente tiene una
consistencia dura y una longitud de unos 40 cm. Entra en la cavidad abdominal
con el cordón espermático por el conducto inguinal, pasando por delante de la
rama pubiana, junto a la espina del pubis. Dentro de la cavidad abdominal el
conducto deferente se separa de los demás componentes del cordón espermático
y se dirige hacia atrás por debajo del peritoneo, cruza los vasos iliacos
externos por delante y se adosa a la cara lateral de la vejiga. Cruza por
encima del uréter y busca la cara posterior de la vejiga, entre ésta y el
recto, descendiendo por debajo del uréter hacia la próstata, sobre la cual
contacta con la vesícula seminal. En este último trayecto se ensancha
formando la ampolla del conducto deferente, y en él se almacenan
espermatozoides. El conducto deferente mantiene la morfología epitelial del
conducto epididimario, pero su capa muscular es mucho más gruesa y está
formada por tres láminas de fibras: una interna (longitudinal) otra media
(circular) y una lámina externa donde las fibras musculares vuelven a adoptar
una disposición longitudinal. Rodeando a la capa muscular existe una
adventicia de tejido conectivo denso. La estructura de la ampolla es la misma
que la del resto del conducto deferente. Las vesículas seminales son dos
bolsas con función secretora que aportan el líquido seminal en la
eyaculación. Contienen también espermatozoides, como el resto de las vías
espermáticas. Están situadas entre la vejiga y el recto, por encima de la
próstata y por fuera de la ampolla del conducto deferente. Las vesículas
seminales se caracterizan por tener una capa muscular más fina y un epitelio
sin células ciliadas, pero con abundantes gránulos de secreción, cuyo
contenido vierte hacia la luz de la vesícula para formar parte del líquido
espermático. El conducto eyaculador es un
tubo corto (de 2,5 cm) que atraviesa la próstata. Termina al desembocar en la
uretra prostática o tramo de la uretra que atraviesa la próstata. Los conductos eyaculadores tienen un
epitelio cilíndrico simple, son vellosidades ni gránulos de secreción. Su
capa muscular es muy fina, entremezclada con el tejido conjuntivo y el propio
tejido prostático. |
“El útero está situado entre la vejiga
y el recto, debajo de las asas intestinales y por encima de la vagina, con la
que se continúa caudalmente. Tiene forma de cono, un poco aplanado y con el
vértice hacia abajo. Mide unos 7 cm de altura y, en su parte más abultada -
por arriba - unos 5 cm de anchura. Hacia la mitad presenta un estrechamiento
o istmo uterino que lo divide en dos partes: hacia arriba el cuerpo y hacia
abajo el cuello, que presenta una forma más o menos cilíndrica. El cuerpo
está inclinado hacia delante y se apoya sobre la cara superior de la vejiga,
formando un ángulo con el cuello de unos 120º. Este pliegue conforma la
denominada posición de anteflexión. Por otra parte, la disposición del útero
en conjunto, en relación con la vagina, forma con ésta un ángulo de casi 90º:
posición de anterversión del útero. En todo caso, el útero es un órgano muy
móvil y su posición varía según el estado de las vísceras próximas: la vejiga
y el recto. El borde superior del útero es el fondo y a ambos lados están los
ángulos uterinos, de los que parten las trompas. También en esos ángulos se
insertan a cada lado, los ligamentos uteroováricos y redondo. Este último es
un medio de unión que fija el útero a las regiones inguinal y pubiana,
llegando hasta la piel de la vulva. En el conducto inguinal ocupa el lugar
correspondiente al cordón espermático del varón. El cuello uterino está unido
a la vagina. Al insertarse en ésta, queda dividido en una porción
supravaginal y otra vaginal que se proyecta hacia su interior y recibe el
nombre de Hocico de tenca. Esta porción presenta el orificio externo del
cuello uterino, pequeño y redondeado en las nulíparas y más irregular en las
multíparas. La cavidad del cuerpo del útero es una hendidura transversal de
forma triangular, con un vértice en el istmo y otros dos en las salidas de
las trompas. El vértice inferior es el orificio cervical interno y se
continúa con la cavidad del cuello, que se abre a la vagina a través del
orificio cervical externo. El peritoneo recubre el fondo uterino y parte de
la pared posterior. Hacia delante llega hasta la zona de contacto con la
vejiga, donde se refleja cubriendo su superficie superior, delimitando, entre
estos dos órganos, el fondo del saco vesicouterino. Hacia atrás llega hasta
la vagina, a la que cubre en parte - unos 2 cm - para, a continuación,
ascender cubriendo el recto. Entre estos dos órganos se forma el fondo de
saco rectouterino o fondo de saco de Douglas, palpable por tacto rectal y
vaginal. A ambos lados del útero, el peritoneo cubre las trompas, el
ligamento uteroovárico y el ligamento redondo, cayendo sobre estas
estructuras a lo largo de toda su longitud. El pliegue peritoneal resultante
es el ligamento ancho que, a cada lado, se extiende desde los bordes
laterales del útero hasta la pared lateral pelviana, donde se adhiere con el
peritoneo parietal. Por abajo cada ligamento ancho se inserta en el suelo
pelviano, y por arriba quedan tres bordes libres que contienen la trompa, el
ligamento uteroovárico con el ovario y el ligamento redondo. De cada uno de
ellos se extiende hacia abajo una pequeña aleta de ligamento ancho, la aleta
superior o mesosalpinx, que corresponde al pliegue determinado por la trompa;
la aleta anterior pertenece al ligamento redondo, y la aleta posterior, está
formada por el ligamento uteroovárico. En esta última, la parte
correspondiente al ovario es el mesovario. Entre las dos hojas del ligamento
ancho circulan las arterias y venas uterinas y sus ramas para la trompa
(arterias tubáricas). En la parte correspondiente al mesosalpinx está el
órgano de Rosenmuller. |
El útero |
|
|
|
|
La próstata |
“La próstata es una glándula de
secreción exocrina que se sitúa debajo de la vejiga, rodeando la uretra y los
conductos eyaculadores que desembocan en la uretra. A partir de la pubertad
crece hasta el tamaño del adulto, 3 cm de altura, 4 cm de anchura y 2 cm de
grosor. Por su forma, tamaño, color y consistencia, es semejante a una
castaña. La base se orienta hacia arriba, bajo la vejiga; el vértice hacia
abajo, apoyado en el diafragma urogenital (músculo transverso del perineo).
Por detrás, está en relación con el recto, lo cual permite su exploración
mediante el tacto rectal. Por delante está la sínfisis del pubis, de la que
la separa la grasa y las venas prostáticas. La próstata está envuelta en una
aponeurosis que engloba también el plexo venoso prostático. Los
engrosamientos de esta aponeurosis constituyen los ligamentos que fijan la
glándula a las paredes pelvianas. Su estructura consta de glándulas
tubuloalveolares que desembocan en la porción de uretra que la atraviesa,
donde vierten su secreción. La próstata, como se ha señalado, es una glándula
que secreta un líquido blanquecino hacia la uretra, el líquido prostático,
que se une a las secreciones de las vías espermáticas y los espermatozoides
para constituir el semen. El líquido prostático es alcalino, por lo que
neutraliza la acidez de los demás componentes del semen, aumentando la
motilidad y fertilidad de los espermatozoides. Durante la eyaculación, la
próstata se contrae junto con el conducto deferente y las vesículas
seminales, expulsando su contenido a la uretra. |
“La vagina es un conducto que se
extiende desde el cuello del útero hasta la vulva. Está situada entre la
vejiga y el recto, de los que la separan sendos tabiques conjuntivos. Mide de
7 a 10 cm y sus paredes son muy elásticas y plegadas para permitir la salida
del feto en el parto. En su extremidad superior forma un fondo de saco
alrededor del Hocico de tenca o porción intravaginal del cérvix. El extremo
inferior está cerrado en parte por un pliegue mucoso, el himen, que en la
mayoría de los casos se rompe tras el primer coito. Los restos desflecados
del himen se denominan carúnculas mirtiformes. Por delante está en relación
con la cara posterior de la vejiga y la porción terminal de los uréteres y,
un poco más abajo, con la uretra. Por detrás se relaciona con el recto. El
fondo de saco vaginal está en contacto con el fondo de saco de Douglas. |
La vagina |
El pene |
“El pene es un órgano cilíndrico que
pende sobre las bolsas escrotales, por debajo de la sínfisis pubiana. Está
unido a la región anterior del perineo. Su tamaño y consistencia varían según
se halle en estado de flaccidez o de erección: en estado fláccido mide unos
10 cm y en erección se vuelve rígido y mide unos 15 cm. Está formado por tres
elementos que constituyen los órganos eréctiles: dos cuerpos cavernosos y un
cuerpo esponjoso. Los cuerpos cavernosos se fijan en las ramas isquiopubianas
formando la raíz del pene; en este tramo están recubiertos por el músculo
isquiocavernoso. Se unen bajo la sínfisis del pubis, desde donde emergen, y
forman la porción dorsal del pene. El cuerpo esponjoso se fija bajo el
músculo transverso profundo del perineo en un ensanchamiento denominado
bulbo. A partir de este punto recibe la uretra, que recorre toda su extensión
hasta el extremo anterior, constituyendo la uretra peneana. El bulbo está
recubierto por el músculo bulbocavernoso. El cuerpo esponjoso se dirige hacia
delante para unirse, bajo la sínfisis del pubis, con los cuerpos cavernosos,
a los que se adosa formando la porción ventral del pene. En su interior está
la uretra, que desemboca en la punta del pene. El extremo anterior del cuerpo
esponjoso, más dilatado que el resto, se denomina glande y cubre también el
extremo de los cuerpos cavernosos. El borde del glande constituye la corona.
En su vértice, el glande tiene la abertura hacia el exterior de la uretra; es
una hendidura vertical, el meato uretral. El pene está recubierto por varias
capas; la más interna es una envoltura fibroelástica, la fascia peneana, que
se continúa con la fascia superficial del escroto y perineo. Esta envoltura
se une a la sínfisis del pubis por el ligamento suspensorio del pene. El músculo
dartos del escroto se continúa también por el pene formando otra de sus
envolturas, entremezclándose con el tejido celular. La piel, con un tejido
celular muy laxo, está adherido al pene en toda su longitud, excepto en el
glande, con el cual sólo se une mediante una línea por su cara inferior
denominada frenillo. El resto de la piel del glande está libre, cubriéndolo
únicamente en estado de flaccidez. Esta porción de piel es el prepucio, que
se retrae descubriendo el glande durante la erección. |
“El conjunto de órganos genitales
externos de la mujer se denomina vulva. Está limitada por dos pliegues
mucosos o labios mayores, que confluyen por detrás en la comisura posterior y
por delante en el monte de Venus, una prominencia de tejido adiposo situada
por delante de la sínfisis del pubis. Tanto el monte de Venus como la
superficie externa de los labios mayores están cubiertos de vello. Por dentro
de los labios mayores hay otros dos pliegues mucosos denominados labios
menores o ninfas, que en la parte anterior se unen por delante y por detrás
del clítoris, formando respectivamente el capuchón y el frenillo del
clítoris. Entre los labios mayores y los menores están los surcos labiales.
Los labios menores delimitan el vestíbulo, donde se abren la vagina (introito
vaginal), en la parte más posterior, y la uretra (meato uretral), por
delante. En el vestíbulo desembocan las glándulas de Bartholin, que se abren
en un surco formado entre el himen y la cara interna de los labios menores.
Son dos glándulas alargadas, de 1 cm de longitud, situadas a ambos lados de
la vagina. Producen un líquido lubricante que desempeña un papel fundamental
en el coito. El órgano eréctil de la mujer es el clítoris, formado a partir
de dos cuerpos cavernosos. Estos se hallan adosados a las ramas
isquiopubianas, cubiertos por los músculos isquiocavernosos y, hacia delante,
se unen en la línea media para formar el cuerpo del clítoris, que se dirige
hacia abajo y atrás cubierto por la zona de unión de los dos labios menores,
el capuchón o prepucio. El extremo del clítoris se denomina glande y, como el
pene, está cubierto por una lámina fibrosa (fascia clitorídea) de la cual
salen algunas fibras hacia la sínfisis del pubis que constituyen el ligamento
suspensorio del clítoris. También están formados por tejido eréctil los
bulbos vestibulares, situados a ambos lados de los orificios vaginal y
uretral. Se unen por delante del orificio uretral en la comisura intermedia,
que establece contacto venoso con el clítoris. Los bulbos vestibulares están
cubiertos por los músculos bulbocavernosos. |
La vulva |
|
|
|
|
Las glándulas de Cowper |
Tienen forma redondeada, del tamaño de
un guisante. Desembocan en la uretra un poco más abajo, cuando ésta atraviesa
el bulbo esponjoso del pene. |
“Aunque no es un órgano genital, está
en estrecha relación con ellos, ya que desemboca en el vestíbulo vulvar. Es
un conducto de unos 3 cm que se extiende desde el cuello de la vejiga hasta
la vulva. Desciende por delante de la vagina, paralela a esta, y desemboca en
el vestíbulo por delante de ella y por detrás del clítoris. La vagina y la
uretra está separadas por un tabique fibroso uretrovaginal. |
La uretra femenina |
La uretra masculina |
La uretra sale de la próstata por su
vértice, después de atravesar la glándula en sentido vertical. Desde la
vejiga urinaria, la uretra desciende verticalmente, atravesando la próstata
desde su base hasta el vértice: es la uretra prostática. En este tramo
presenta un relieve en su pared posterior, el veru montanum o cresta uretral,
donde desembocan los dos conductos eyaculadores y, entre ellos, el utrículo
prostático, que es un pequeño divertículo de aproximadamente 1 cm de
longitud. A ambos lados del veru montanum desembocan las glándulas
prostáticas; hay unos 20 o 30 orificios correspondientes a estos conductos de
desembocadura. La uretra prostática tiene una longitud de unos 3 cm. Por
debajo de la próstata, la uretra atraviesa el músculo transverso profundo del
perineo (diafragma urogenital), recibiendo el nombre de uretra membranosa. En
este tramo está rodeada por las fibras musculares del esfínter estriado
(voluntario), y por detrás, entre las fibras musculares del esfínter, las dos
glándulas de Cowper o glándulas bulbouretrales, que aportan una secreción
mucosa lubricante. Desembocan en la uretra un poco más abajo, cuando ésta
atraviesa el bulbo esponjoso del pene. La uretra membranosa mide
aproximadamente 1 cm. Por debajo del músculo transverso del perineo, la
uretra entra en el bulbo esponjoso; traza una curva hacia delante siguiendo
ya todo el trayecto del cuerpo esponjoso hasta el glande, donde se abre al
exterior. En este tramo se denomina uretra peneana o uretra esponjosa. Al
nivel del bulbo tiene un pequeño ensanchamiento: el fondo de saco bulbar.
Bajo la sínfisis del pubis, siguiendo la posición del pene en estado de
flaccidez, describe otra curva hacia abajo hasta el orificio de salida: el
meato uretral. Inmediatamente antes del meato, en el glande, hay un
ensanchamiento, la fosa navicular. En la uretra peneana desembocan pequeñas
glándulas mucosas, a lo largo de todo el trayecto: las glándulas de Littré,
con acción lubricante. La uretra peneana mide unos 15 cm de longitud; por lo
tanto, la longitud total de la uretra es de unos 20 cm. En la uretra
prostática las fibras musculares se entremezclan con las de la próstata, y en
la uretra membranosa son sustituidas por fibras estriadas del esfínter
voluntario. El riego sanguíneo lo recibe a cada nivel de las arterias que
riegan los respectivos órganos por donde pasa: arterias vesicales inferiores,
hemorroidales inferiores, bulbar y dorsal del pene. Las venas terminan en la
vena dorsal profunda del pene o directamente en el plexo periprostático. Los
linfáticos de la uretra prostática y membranosa desembocan en los ganglios
iliacos internos, y los de la uretra peneana, fundamentalmente en los
ganglios inguinales. |
Las mamas están situadas en la región
anterior del tórax, a ambos lados del esternón hasta la axila y desde la 2ª
hasta la 6ª costilla, adosadas al músculo pectoral mayor. Tienen forma
hemiesférica, determinada por la propia glándula y la fascia que la rodea,
que contienen abundante grasa. En su zona central está el pezón, un saliente
cilíndrico de aproximadamente 1 cm de anchura y 1 cm de altura, perforado por
15 o 20 orificios denominados poros galactóforos. El pezón, está rodeado por
la areola (o aréola) mamaria, cuya superficie es irregular por las abundantes
glándulas sebáceas que contiene. El pezón y la areola tienen una coloración
rosada hasta el primer embarazo a partir del cual adquiere un color más
oscuro. La glándula mamaria está cubierta por una cápsula conjuntiva que se
une a la piel mediante pequeñas láminas, entre las cuales se forman unas
fosas adiposas. La zona de la areola carece sin embargo de tejido adiposo.
Por la cara posterior existe también una capa de tejido adiposo que separa la
glándula de la aponeurosis del músculo pectoral mayor y la fascia superficial
del tórax. |
Las mamas femeninas Son un órgano ligado a la fisiología
femenina, con unas características morfológicas y funcionales propias |
Las mamas masculinas (tetillas o senos) |
Son un órgano rudimentario en contraste
con las femeninas. Su morfología se describe por los órganos que la
constituyen: Órganos internos: ganglios linfáticos, y el músculo pared
torácica, dos costillas, varios músculos, el tejido graso, dos conductos. Órganos
externos: el pezón, la aréola. |
|
Hipófisis (o glándula pituitaria) |
“Está ubicada en una depresión del
hueso esfenoides llamada “silla turca”, justo debajo del cerebro, en la base
del cráneo, desde donde conecta con el hipotálamo a través del tallo
hipofisario. Está estrechamente relacionada con el sistema nervioso central a
través del hipotálamo estableciendo relaciones anatómicas y funcionales. Pesa
aproximadamente 1 gramo y se divide en dos partes: el lóbulo anterior o
adenohipófisis y el lóbulo posterior o neurohipófisis. La neurohipófisis está
conectada con el hipotálamo por el tallo hipofisario que es en realidad un
conjunto de fibras nerviosas.” |
|
|
Nervio pudendo y sistema nervioso
parasimpático |
“Se encuentra en la región
pélvica y que inerva los genitales externos de ambos sexos,
así como también los esfínteres de la vejiga urinaria y
del músculo esfínter externo del ano. Pasa a través de los músculos
coccígeo y piriforme (piramidal), y abandona
la pelvis por la parte baja del agujero ciático mayor, cruza
la espina del isquion y reingresa a la pelvis a través
del agujero ciático menor. Acompaña a los vasos pudendos internos por
encima y por delante de la pared lateral de la fosa isquiorectal, siendo
contenido en una de las hojas de la fascia del músculo
obturador, llamada canal pudendo (canal de Alcock). El nervio
pudendo proporciona las ramas que forman los nervios rectales
inferiores, y pronto se divide para formar dos ramas terminales:
el nervio perineal, y el nervio dorsal del clítoris (en las
mujeres) o el nervio dorsal del pene (en los varones). El nervio pudendo se origina en
el plexo sacro, que es una red de nervios constituida por el
tronco lumbosacro y las ramas anteriores de los tres primeros nervios
sacros. Las fibras del nervio pudendo derivan de las ramas ventrales —anteriores—
de los nervios sacros segundo, tercero y cuarto (S2, S3, S4). Por
medio de sus fibras, ramos colaterales y terminales, contribuye a
la inervación sensitiva (sensación de dolor, reflejos, etc.),
motora, vasomotora y propioceptiva de la región glútea, miembro inferior
y pelvis, y así forma parte del sistema nervioso parasimpático o
autónomo, a cuyo cargo se encuentra el control de la actividad (funciones y
actos) involuntaria del organismo, es decir, la que tiene qué ver con
los músculos liso, cardíaco y con las glándulas. Los
centros nerviosos que dan origen a las fibras preganglionares del
parasimpático están localizados tanto en el encéfalo como en el plexo sacro
que surge de la médula espinal. Las fibras nerviosas parasimpáticas se
ramifican por el territorio de algunos nervios craneales, entre ellos
el nervio motor ocular común, nervio facial, nervio
vago y nervio glosofaringeo, también en los nervios pélvicos que
surgen del plexo sacro. La activación del parasimpático provoca, entre
otras acciones, disminución de la frecuencia cardiaca y de la
fuerza contráctil del corazón, contracción de la pupila (miosis),
estimulación del peristaltismo intestinal, relajación de los esfínteres
gastrointestinales, broncoconstricción, relajación del
esfínter uretral y contracción del músculo detrusor de la vejiga
urinaria. |
|
|
El tálamo (cerebral) |
Contribuye a numerosas funciones
encefálicas, constituye una estación intermedia para la información sensitiva
procedente de la médula espinal que se dirige a la corteza
cerebral, incluyendo el procesamiento de la memoria y de las emociones.
También tiene funciones motoras y se conecta con el cerebelo. El tálamo
transforma de algún modo la información que lo atraviesa, por eso se
considera que es además de una estación de relevo, un centro integrador
del sistema nervioso central. |
Tabla 19 Descripción anatómica de los aparatos reproductores masculino y
femenino del cuerpo humano
Índice analítico
Bibliografía
https://teologocanonista2016.blogspot.com/2024/05/estado-de-una-cuestion-la-compleja_13.html
Notas de pie de página
[120] Los antecedentes deben ser ubicados en dos Conferencias internacionales promovidas por la ONU: la Conferencia Internacional de sobre Población y Desarrollo de 1994, reunida en El Cairo (Egipto) y la Conferencia Internacional de la Mujer, celebrada en Bejing (o Pekín, China) en 1995. El mayor “mérito” de tales reuniones consistió, en la opinión de algunos, en introducir un cambio en la noción misma de “sexualidad”. A partir de entonces se ha ido creando una legislación sobre la sexualidad concretada en “los derechos sexuales” y en “el derecho a la sexualidad” como objetivación de la legislación internacional sobre derechos humanos y en concreto de la protección a la no discriminación por sexo, así como el derecho a la salud que se reconoce en la Declaración Universal de los Derechos Humanos, en el Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos y en el Pacto Internacional de Derechos Económicos, Sociales y Culturales.
En cada uno de estos momentos la Santa Sede ha participado con toda solicitud, así no estuviera de acuerdo con algunos de los planteamientos debatidos y luego convertidos en norma por la mayoría de los países asistentes. En torno a la reunión de El Cairo, pueden verse dos textos: el Discurso del Cardenal Angelo Sodano durante la XVII Congregación General del Sínodo de África, el 21 de abril de 1994, en: (https://www.vatic.va/roman_curia/secretariat_state/documents/rc_seg-st_doc_19940421_sodano-cairo_sp.html), y la Intervención de Mons. Renato Raffaele Martino, Jefe de la Delegación de la Santa Sede, el 7 de septiembre de1994, en: (https://www.vatic.va/roman_curia/secretariat_state/archivio/documents/rc_seg-st_19940907_conferenza-cairo-martino_sp.html). Y sobre las conclusiones de la reunión de Beijing, las Santa Sede expresó su “posición” mediante las Reservas y Declaraciones de Interpretación de la Santa Sede, presentadas en Pekín, el 15 de septiembre de 1995; en: (https://www.vatic.va/roman_curia/secretariat_state/archivio/documents/rc_seg-st_19950915_conferenza-pechino-riserve_sp.html).
[121] Siguiendo a (Bonet, Ramón - Garrote, Antonieta, 2024) podemos decir que la “salud humana” –cuya noción más generalizada fue definida en 1948 para contrastarla con la condición de “enfermedad” y continúa hoy siendo hoy objeto de replanteamientos – se definió como “un estado de completo bienestar físico, mental y social y no solamente la ausencia de afecciones o enfermedades". Sin embargo, esta concepción incluye, como se ve, unas connotaciones y resonancias que mucho tienen que ver con el sentirse bien y con el desenvolverse bien de las personas durante su vida, esto es, con un estado mental y con un comportamiento individual en el que la persona se impone normas, límites o un estilo de vida que le permitan no sólo estar menos mal sino, positivamente, encontrarse bien, libre de presiones, riesgos, miedos y ansiedades.
En este contexto se habla entonces de la “higiene”, en general, y de la “higiene de los genitales”, en especial. ¿Por qué nos debe importar tratar sobre este asunto?
No se trata solamente de una cuestión derivada del mejor conocimiento que se ha ido adquiriendo de nuestro cuerpo, de su funcionamiento y de sus patologías, gracias a la investigación proveniente de las ciencias médicas y biológicas, conocimiento que debe ponerse a disposición del mayor número de personas, como asunto que les incumbe íntimamente. Sino también porque las relaciones sociales, los encuentros de toda índole y momento, y la interacción y el intercambio entre las personas se han incrementado exponencialmente, inclusive los de naturaleza erótica y sexual – con las posibilidades que entrañan de contagios pandémicos –: ya, prácticamente, no se puede hablar de que estas relaciones son exclusivamente propias del ámbito más privado – espacio íntimo – de las personas, porque es hoy en día tal la interacción que existe entre este y el ámbito externo que los límites de uno y otro se diluyen, no existen límites – o son ampliamente móviles y relativos – a la exposición pública de tales situaciones, y la actividad de los paparazzi, en relación no sólo con personas “célebres” o “personas de alto perfil”, es protegida aun legalmente como parte de los “derechos humanos de libertad de expresión” y “de prensa”. El impacto de situaciones similares a estas sobre la “salud mental” de los involucrados – todas las partes, en realidad – no está cuantificado ni suficientemente considerado y valorado, sobre todo si se lo examina, por ejemplo, a la luz del impacto que adquieren si, como suele ser hoy práctica común, se hace mediante el uso de los modernos medios de comunicación social (“videos porno”, “pornografía en internet”). El computador, la televisión, los sistemas digitales de video, incorporados hoy a los teléfonos (1854. 1871. 1876), han tenido un rápido desarrollo – gracias no sólo a la aceptación de los consumidores sino a los intereses y a las ganancias no sólo económicas que se obtienen – que han llegado hoy hasta el denominado “móvil” o “celular” (1909. 1968. 1971. 1992. 1994. 1995. 1996. 1999), cuya incidencia es tal que se habla hasta de un 67% de la población mundial que hoy en día lo utiliza.
Mención hay que hacer también de los constantes progresos que llevan a cabo las industrias relacionadas con el “cuidado” o el “culto del cuerpo” (vinculado o no con el deporte, la educación física, la proliferación de gimnasios bajo o sin supervisión médica, etc.) y la “estética corporal” (mejorar la apariencia física), ya hoy no solamente “femenina”, y realizada no siempre bajo supervisión dermatológica. Todo esto sin abundar en lo que concierne a nuestras relaciones con la naturaleza o medioambiente.
Bajo tales influjos, el conocimiento del cuerpo ha llevado consigo también a la adopción de medidas dedicadas a la protección de la salud a través de la toma de precauciones o de previsiones y provisiones que “prevengan” (“medidas preventivas”) contraer infecciones bacteriológicas o virales. Las “rutinas higiénicas” o los “hábitos higiénicos” tienen que ver, pues, con los órganos relacionados con tres funciones corporales primordiales: reproducción, síntesis de hormonas sexuales y micción (como expeler la orina proveniente de la vejiga urinaria); esto, por una parte. De otra, no se puede prescindir del hecho de que las personas viven en medio de su cultura y de su sociedad, las cuales les “imponen” ciertos convencionalismos en esta materia, y, por ende, condicionan también las medidas relacionadas con la higiene. Una educación en este campo se hace, pues, imperiosa, sobre todo cuando subsisten ciertas ideas y prácticas “tabú” al respecto, cuando son muchísimos y muchísimas las que todavía hoy están excluidos de los sistemas educativos, cuando se mantienen muchos temores, pudores insuficientemente o mal formados, o vergüenzas infundadas. Más aún, no existen siempre (en muchas partes) profesionales (bien formados en este punto), incluido el personal de farmacia, a los que las personas puedan acudir con cierta facilidad y seguridad.
Para la tradición cristiana el pudor no es simplemente un instinto o un sentimiento, sino también un importante valor. Se ejercita en el mundo de los negocios, p. ej., pero especialmente en materia sexual (“castidad”), en cuyo caso se relaciona con otros sentimientos-valores tales como la modestia o el recato, la vergüenza, la honestidad, la transparencia y el amor. Por ello es posible, y, dentro del cuadro de valores cristianos, necesario, que todos “se formen” en este valor, en sus razones y motivaciones, así cada cual deba llevarlo a la práctica según su propia condición o estado de vida: soltero, religioso, casado, célibe, etc. Volveremos sobre este punto más adelante, al tratar sobre los “delitos en materia sexual” y en particular sobre “la Sagrada Escritura y los comienzos de la tradición eclesiástica”.
La educación del pudor en el ámbito de la sexualidad debería llevar también a “adquirir una sana relación con el cuerpo humano, con su desnudez” (la propia y la de los otros y otras), comenzando por una información adecuada y suficiente para cada edad sobre los órganos genitales y cuanto tiene que ver con la reproducción y con la unión esponsal así como por la propia higiene, orientada no a despertar un comportamiento sexual prematuro y sin límites, a interpretar (distinguir) los gestos amicales de aquellos indebidamente maliciosos, a respetar, y, eventualmente, a denunciar las insinuaciones o solicitaciones de carácter delictivo, y, por último, a su debido tiempo, a prepararse para asumir las consecuencias y responsabilidades que lleva consigo el ejercicio de la genitalidad (y sus abusos). Como se ve, todo esto tiene que ver con la “madurez afectiva”, es decir, consiste en uno de sus elementos integrales.
Descendiendo ahora a los particulares, se ha de tener en cuenta que la piel de los genitales posee mucha más inervación e irrigación que otras partes del cuerpo, y es, por ello, mucho más sensible, más permeable y reactiva a los factores irritantes. Pero, por eso mismo, reacciona a estos más rápidamente y acepta medidas correctoras adecuadas con mayor facilidad.
En el caso de las mujeres, p. ej., se ha de tener en cuenta el período de su menstruación, cuando los fluidos pueden contaminarse con facilidad, por lo cual se recomienda el empleo de compresas o tampones higiénicos que deben ser cambiados con frecuencia. No se recomiendan las duchas vaginales, pero sí el aseo de la vulva, especialmente si existe pérdida involuntaria de orina.
Para el caso de los varones, los incircuncisos secretan en el área del glande y al interior del prepucio un líquido, el esmegma (blanquecino, denso, formado principalmente por células muertas de la piel), que se acumula. Esta secreción protege y lubrica el espacio en que se encuentra, pero, debido al olor característico que adquiere, y a las irritaciones que puede llegar a originar, se hace muy necesario un aseo no brusco y sí minucioso y periódico.
Por supuesto, tanto el varón como la mujer, con ocasión de la realización del acto conyugal y como un gesto muy indicado de respeto por la pareja, deberían adoptar medidas de higiene íntima que los sintonicen en esta cultura, pero, sobre todo, prevengan en ambos “la transmisión recíproca de patologías infecciosas”.
Estas, sin embargo, no provienen exclusivamente de la situación mencionada porque se pueden originar también del empleo de ropas muy ajustadas y no siempre fabricadas con tejidos naturales que favorecen la transpiración, o, inclusive, a causa de la fricción de las pieles, que puede producir traumas de tipo mecánico.
[122] Específicamente, y no sin pesar dada su importancia, no nos referiremos a la “estructura interna” de cada uno de los órganos.
En relación con la “reproducción” comparada entre humanos y otros animales, existe amplia literatura. V. gr. (Marcó Bach, Francisco Javier - Tarasco Michel, Martha, 23/2 2012).
[123] (Anatomía humana. V. III Corazón, vasos, sistema nervioso periférico, vísceras). (Fisiología dinámica )
[124] Seguimos en este punto a (Vargas Trujillo, E(lvia). (Esther) - Posada, S(andra). - del Rio, A(na). M(aría)., 1999 5a ed., págs. 15-17)
[125] Prefiero emplear las expresiones de la (Carta enc. Humanae vitae, 25 de julio de 1968, pág. nn. 3b; 12; ), tan nobles y humanas, cuando se refiere a este tema.
[126] (Tema 46. Anatomía y fisiología del aparato reproductor masculino y femenino); (Anatomía humana. V. III Corazón, vasos, sistema nervioso periférico, vísceras); (Fisiología dinámica ).
No hay comentarios:
Publicar un comentario